viernes, 24 de junio de 2016

Leñero; representando la ficción y la realidad en un garabato.


Vicente Leñero (1933-2014) es uno de los autores mexicanos más importantes del Siglo XXI. Sus textos, son tan bastos que abarcan casi todo tipo de publicaciones y se han distribuido por igual a lo largo de México y el mundo hispano.

Su lustre producción literaria solo fue igualada por la producción periodística que realizó. En ambos casos, el escritor mexicano sobresalió y enriqueció los campos de su país gracias a la naturalidad y fuerza de su trabajo. El poder narrativo de Vicente Leñero le permitió crear obras que reflejasen el contexto de su entorno, “La realidad es una fuente inagotable para transformar crónicas y relatos”[1] aseguró el literato durante uno de sus discursos en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Su gran flexibilidad en el ámbito literario quedó demostrada en las obras que ideó. En Los Albañiles, la franqueza de sus personajes retrata una sociedad polarizada que convive día a día. En La vida que se va el autor juega con los tiempos de la narrativa y la fragilidad de los destinos al intercalar lo que pudo haber sido con lo que fue.

En El garabato (una de sus primeras novelas) el escritor mexicano también tiende a la innovación y experimentación. El título clasificado dentro de la ola de meta ficciones mexicanas[2] fue publicado en el año 1967 convirtiéndose en la cuarta obra oficial que dio a luz. Desde el comienzo del libro, se plantea la idea de cómo se desarrollará el texto; es una novela sobre un escritor que inventa a un novelista que lee la novela de un autor inventado[3].



A partir de este juego, se despliega una historia que superficialmente gira entorno a dos problemáticas. Todo inicia cuando un personaje de nombre Vicente recibe la novela de un viejo amigo de Texas (titulada El garabato); en esta nos encontramos con un editor literario sumido en una crisis personal. Ahí se describen los conflictos de Fernando J. Moreno, quien sortea sus contrariedades individuales con la lectura de una novela creada por un joven aspirante a escritor y periodista. En la novela del joven (Fabián Mendizábal) amateur, surge el otro texto. Es un escrito policiaco que se aleja de la individualidad que nutre al primero y se alimenta de la curiosidad monótona de los thrillers; curiosamente el texto también se llama El garabato. Desde dicho evento, el cruce de mundos continúa casi hasta el final de la obra, cuando se rompe de tajo la novela de Mendizábal solo por los deseos de uno de los protagonistas.

Existen muchas características que identifican a esta novela; podemos encontrar similitudes de algunos personajes con la vida de Leñero por ejemplo. Incluso, se hace referencia al nombre “Vicente”. Sin embargo, el editor o crítico literario (Fernando J. Moreno) al interior de la novela es quien más se asemeja al artífice mexicano, tanto en su labor, como en los nombres de varios de los personajes e incluso en sus creencias religiosas[4]. El mismo carácter riguroso con el que el personaje juzga al escrito durante la novela, es instintivo en el trabajo de Leñero, quien solía someter sus trabajos a rigurosas revisiones[5].

Plasmar el entorno mediante la palabra era una de las premisas que compartía Leñero, bajo este lema, no es de extrañar que la búsqueda de una representación real en las figuras literarias, se refleje también en la narrativa de la novela. Posterior a la lectura del escrito de Fabián Mendizábal, el profesional (¿o Leñero?) hace breves pausas para subrayar lo que a su parecer, debe contener la construcción de un personaje. “Para individualizar a un ser de ficción, hace falta algo más que un nombre y describir sus antecedentes; es preciso ponerlo ante conflictos que lo motiven”[6]. A este señalamiento, proceden una serie de indicaciones para el uso adecuado de los recursos literarios. Sin embargo, la descripción y las conjeturas se dan en medio de un texto plagado de gerundios y particularidades que recuerdan algo al lector, está leyendo el borrador de un escritor debutante.

La intertextualidad y la contextualización del escrito, permiten al autor mostrarnos los dos extremos errados de una narración. Por un lado tenemos el texto del crítico, una historia llena de presunción que se torna lenta y repetitiva, pero que a decir de las descripciones, cuenta con las características de un personaje con “vitalidad”. Del otro lado, se nos muestra un escrito descriptivo y rápido, no obstante carece de personificación individual y de una trama compleja o profunda; solo atrapa por su arquitectura sencilla y digerible.

La construcción de los tiempos y el apenas perceptible cambio de planos novelísticos en los que se desarrollan las tramas, es lo que le da al libro, el reconocimiento como una de las grandes novelas de Vicente Leñero. Es cierto, el mismo autor y varios críticos la consideraron un escrito de mala calidad[7] y de índole experimental, solo lo ven como un texto más que antecedió mejores obras. Quizá el abrupto corte al final de la historia y los constantes errores (intencionales, no se debe olvidar) pudieron reforzar esta visión. Sin embargo, en El garabato, se guarda otro secreto, uno que debería de corregir ese enfoque superficial; el libro aloja el momento sutil en que los mundos literarios se funden con el real. Solo entendiendo este particular evento, se puede comprender como la obra encaja de manera sublime con esa meta ficción que tanto intrigo a la literatura hace medio siglo.

Algunos investigadores fueron sensibles a la clave creada por el mexicano, por ejemplo el literato Julio Ortega fue capaz de reconocer que “el lector se ve complicado en la trama y sus referencias; resolver el enigma lo obliga a canjear la literatura por la realidad, o al revés[8]”. Pese a esto, se siguió considerado de mediano pelo la obra, y no se pudo descifrar de manera clara el misterio que envolvía… hasta que el mismo autor lo delató, quizá presionado por la sombra de la muerte.

Un año antes de su partida, Vicente Leñero público Más gente así. Invadido por un cáncer terminal, decidió dejarnos un último regalo, una serie de escritos personales en los que revela El enigma del garabato. Dentro de la novela, uno de los protagonistas encuentra un par de letras (Orlando PB 95) junto a un rayón que no aparece tener sentido. Estas letras y el “garabato” de la novela, son en realidad un mapa que da la dirección de un viejo hogar en el que el autor (el verdadero, Leñero pues) vacacionó al norte de la frontera de México.
Aquí se da el salto a la realidad, este cambió sutil nos hace traspasar una raya que se difumina entre la ficción y lo tangible. Sin embargo, lo sublime de la obra de Leñero no solo reside en fundir los planos literarios con su entorno, sino en lograrlo mientras se burla de los dos extremos en los que un escritor suele caer; la presunción y la vacuidad. Quizá el lustre intelectual mexicano quiso darnos a entender que lo excelso de la literatura se da en un punto medio, tal vez para él, ese punto medio, era eso que solemos llamar la vida.








[1] Robles, Vanesa. “Vicente Leñero, el escritor que se roba la realidad” (2008) (Mayo de 2016). Disponible en la web: http://www.articulosiete.com/content/vicente-le%C3%B1ero-el-escritor-que-se-roba-la-realidad
[2] Brushwood John, La novela mexicana (1967-1982) Grijalbo, México, 1984.
[3] Mejía Madrid, Fabrizio. “Vicente Leñero, la vida y las facciones” (2008) (Mayo de 2016). Disponible en la web: http://www.letraslibres.com/revista/letrillas/vicente-lenero-la-vida-y-las-ficciones
[4] En Los periodistas Leñero narra su relación con varios directivos de medios de comunicación, incluyendo a Hero Rodríguez Toro, gerente general de Excélsior. De igual forma Vicente Leñero (al igual que el crítico de El garabato) fue conocido por ser un literato católico declarado. Leñero Vicente, Los periodistas (1978). Editorial Joaquín Mortíz. Novena edición. Ciudad de México 2001.
[5] Durante una entrevista concedía a la revista de la Universidad de México, Leñero plasma indirectamente la rigurosidad a la que sometía sus textos. Equipara la minuciosidad y dificultad que él solía padecer, con la espontaneidad de Miguel Ángel Granados Chapa. Leñero Vicente. Entrevista realizada en noviembre 2006 en la ciudad de México. Entrevistador: Silvia Cherem. Revista de la UNAM.
[6] Leñero, Vicente. El garabato. Joaquín Mortíz, 1986. En Lecturas Mexicanas: 1895. Ciudad de México.
[7] “Una novela malucha” es la forma en como Leñero plasma su opinión de El Garabato. Leñero Vicente. Más gente así. Editorial Alfaguara. Primera Edición, Marzo de 2013. Ciudad de México en pp 146.
[8] Ortega Julio. La Imaginación Crítica: prácticas en la innovación de la narrativa contemporánea. 2010. Ediciones Universidad Alberto Hurtado. Primera edición.

1 comentario:

Kosmisch dijo...

Hola gracias por la info, no lo conocía .

Aquí me quedo, te sigo hace tiempo!

Me gustaría que te pases por mi blog literario para ver qué te parece y si te gusta, sígueme :).

saludos nos leemos!!